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Francisco Javier Cervigon Ruckauer

 

Demostración científica de la existencia de Dios

(1)

 

(Independientemente de la Revelación

y de cualquier otra creencia religiosa)

 

Introducción: posibilidad

 

 La existencia de Dios se puede demostrar válida y científicamente a posteriori.

 

Argumentación.

Demostración a posteriori es aquella que procede a partir de algo que es posterior a aquello que se quiere conocer o demostrar, v.gr. que procede de los efectos al conocimiento de su causa.

Es así que la existencia de Dios se puede demostrar válida y científicamente a partir de sus efectos,

luego la existencia de Dios se puede demostrar válida y científicamente a posteriori.

 

La premisa mayor es la definición misma de la demostración a posteriori.

 

La premisa menor se prueba porque,

a) se dan en el mundo algunos seres y hechos que se nos presentan y los conocemos como algo causado, como e­fectos, y como tales,

b) tienen una causa propia y adecuada, y

c) esto basta para llegar a conocer válida y científicamente la existencia de Dios a partir de sus efectos.

 

En efecto:

 

a) La existencia de algunos seres, que son verdaderamente algo causado -efectos- nos consta, en primer lugar, porque tienen evidentemente algunos caracteres o modos de ser que implican una esencial de­pendencia de otro ser, de una causa, porque, v.gr., comienzan a existir, pasan de la potencia al acto, obran por un fin sin conocimiento de ese fin, etc. (como explico en otro libro acerca de la causa última y de los principios primeros y más universales de la realidad, y en otro que resulta ser una teoría crítica del conocimiento) que nos a­seguran el valor objetivo de nuestro conocimiento de tales seres co­mo como algo causado.

 

b) Que tales seres tienen una causa propia y adecuada nos consta por el principio de causalidad, que en el libro sobre la causa última y los principios primeros y más universales de la realidad formulo como exigencia de la realidad contingente, y cuyo valor objetivo establezco y defiendo tanto en ese sobre los principios primeros y más universales de la realidad como en el espejo de la realidad que es mi teoría crítica del conocimiento.­ (La frase "que nos conste por el principio de causalidad que tales seres tienen una causa propia y adecuada" no es una frase sin conformidad con la realidad).

 

c) Que basta esto para llegar a conocer válida y científicamente la existencia de Dios, se explica y prueba así porque

 

i. )  tales efectos exigen la existencia de una causa propia y adecuada, que es Dios, y

ii. )  el proceso demostrativo que se establece a partir de los efectos hasta llegar a su causa -Dios- es un proceso válido y científico y a posteriori.

En efecto:

 

1) Todo efecto necesariamente requiere una causa, porque efecto es aquello que es causado, que comienza a existir, y nada puede comenzar a existir por sí mismo, sino en virtud de otro, en cuanto es causado por otro, que se llama causa;

 

2) todo efecto requiere una causa suficiente y adecuada, pues nada puede existir sin razón suficiente y adecuada. Si es causado por otro, y este otro a su vez depende de otro ser al producir su efecto, no es la causa propia y adecuada de su efecto; y por tanto hay que recurrir a este otro ser, a esa otra causa, para explicar la existencia del efecto. Pero, si esta otra causa es causada a su vez, tampoco es su causa adecuada, habría que recurrir a otras y así sucesivamente, hasta llegar a su causa suficiente y adecuada;

 

3) ahora bien ninguna causa finita puede ser causa adecuada de ningún efecto. Las causas intrínsecas -material y formal- dependen de la causa eficiente y final en el ejercicio de su causalidad (como explico en el dicho libro en el que trato de los principios primeros y más universales de la realidad); las causas eficientes finitas dependen de otra causa que las haga pasar de la potencia al acto, y ninguna causa final finita puede ser causa final última y adecuada,

 

4) ni puede ser causa adecuada de algún efecto una serie finita o infinita de causas finitas, puesto que cada una dependería de otra en el ejercicio de su causalidad y no habría ni en ninguna ni en el conjunto de ellas razón suficiente de tal efecto;

 

5) luego en este proceso de búsqueda de la causa adecuada de un efecto hay que llegar necesariamente a una causa que no depende de otra en el ejercicio de su causalidad, sino que tenga en sí la razón suficiente de su propia causalidad, y sea causa y razón suficiente y adecuada de la causalidad de las demás causas y de la existencia del efecto. Y esta causa, como veremos, es Dios.

 

d) Y este proceso demostrativo, del efecto a la causa propia adecuada, es un proceso demostrativo válido, científico y a posteriori.

 

1) válido, pues se basa en el principio de causalidad, que tiene verdadero valor objetivo y universal, como demuestro en los dos libros anteriormente citados;

 

2) científico, pues procede a partir de unos hechos y principios verdaderos, ciertos y evidentes, y una tal demostración es una demostración científica, que nos proporciona un conocimiento cierto y evidente de la existencia de Dios, y por sus causas, no ontológicas, sino lógicas, in ordine cognitionis: lo ve el entendimiento, no los ojos; es evidencia, pero mediata.

 

3) a posteriori, puesto que procede de los efectos a la demostración de su causa,

 

luego a partir de los efectos se puede demostrar válida y científicamente la existencia de Dios; y, como tal demostración es a posteriori, luego la existencia de Dios se puede demostrar válida y científicamente a posteriori.

 

Conclusiones provisionales.

 

1. Luego son falsos, tanto el agnosticismo total y parcial, como el tradicionalismo y fideísmo, que enseñan que la existencia de Dios no se puede demostrar válida y científicamente.

 

2. Luego es inválida toda demostración quasi a priori (como el argumento ontológico), como quiera que se proponga, sea a partir del concepto de Dios como "id quo maius non potest" (San Anselmo), o como ser perfectísimo (Descartes) o como ser posible (Leibniz).

 

3) Luego el fundamento remoto de la demostración de la existencia de Dios a posteriori es el valor objetivo de nuestro conocimiento; y su fundamento próximo el valor objetivo del principio de causalidad.

 

4) Luego el proceso general de la demostración de la existencia de Dios a posteriori es este:

 

a) se ha de partir de la existencia de algún ser o de algún hecho que nos sea bien conocido (no imperfecta, ni parcial, ni arbitraria, ni interesada, ni subjetivamente, ni por manipulación o adoctrinamiento -"educación para la ciudadanía"-, ni por votación democrática -"ley del aborto­-, etc.) no solamente en cuanto tal, sino en cuanto a algo causado;

 

b) después se ha de determinar bien su necesaria dependencia respecto de su causa, en virtud del principio de causalidad; y esta es, a su vez, algo causado;

 

c) hay que proseguir la investigación y ver si la existencia de dicho efecto se explica suficientemente y adecuadamente con una serie de causas, de las  cuales cada una dependa de otra en el ejercicio de su causalidad; y, como esto es imposible;

 

d) finalmente, se llega necesariamente a la existencia de una primera causa que no depende de otra y de la que dependen todas las demás, y que será la causa propia y adecuada de tal ser o tal hecho.

 

Santo Tomás de Aquino expresa así este proceso demostrativo:

 

"visis sensibilibus, non devenimus in Deum nisi procendo,

 

a) secundum quod est a  causata sunt,

b) et quod omne causatum est ab aliqua causa agente, et

c) quod non est procedere in infinitum,

d) unde necesse existere aliquam causam,

e) quae Deus est"

 

(cf. In I Sent.,a.3,q.1,a.2).

 

Francisco Javier Cervigon Ruckauer

 

 

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